miércoles, 18 de abril de 2018

...más allá de la palabras...




...más allá de la palabras...

Era viernes en la tarde, una tarde fría y algo lúgubre, cuando murió Milla, abrió sus ojos, redondos y sinceros, vio fijamente a los míos, dejo en el mundo su último suspiro y murió. No alcanzo a pronunciar palabra, fue su último suspiro su despido, las flores marchitaron al instante, ya era tarde, la muerte se impuso, gano la partida. Los recuerdos de la infancia atropellaron mis sentidos, me ahogue en un mar de imágenes, golpeaban mi presente y desvanecían mí pasado. Mi mano empuñaba su mano, como queriendo no dejarla, como si la fuerza que hacia impidiera su partida. El silencio de la sala permitía su fugaz recorrido, se puede aceptar la muerte pero no lo inevitable, la soledad del destino. Ahora eran las 7:07 p.m. y su muerte se plasmaba a cada instante, ya habían pasado 37 minutos de su hundimiento en un limbo desolado sin rumbo y sin destino o por el contrario el camino llegaría a algún lugar, pero no me tranquilizaba, el frió de su cuerpo demostraba la realidad, que no había ni limbo ni camino, solo muerte y ausencia. Por fin las lagrimas brotan de mis ojos y la soledad en mi corazón empieza a hacerme sentir de algún modo bien, un sentimiento de culpa que solo se contenía con la herida de mi alma, era la forma de devolverla, la forma de no perderla, la forma de justificar. Justificar su partida, su suspiro, su despido. Hasta ahora los recuerdos desvanecen, en unos días o tal vez meses no quedara nada, ni recuerdos ni emoción, la sonrisa de ternura y sus ojos de misterio ya no serán ni la sombra del pasado,  se fueron, desparecieron como gotas de rocío cuando el sol se impone. La noche sigue consumiendo su partida, ahora son las 10:10 p.m y su cuerpo cada vez está más frío, el misterio de la muerte se confabula con la angustia de mi alma y mi llanto invocando a la tristeza despiadada a que se apodere de lo poco que queda de mí ser. 

Cuando por fin me di cuenta de cuánto la amaba la solución del destino  fue raptarla de mi vida,  apartarla para siempre, ya nunca volverá, se marcho, la vida sin preguntar me la quito, arranco de mi destino el amor, media vida, media alma. La torpeza de la noche me ejecuta, la agitada tormenta de desvelo no ayuda, el insulto de la vida es la muerte y la penumbra de la noche no propone una idea de silencio. Nuevamente los recuerdos aparecen con visiones inconclusas del ayer, estremecen el semblante del lugar con gritos silenciosos de despido. El reloj marca insensible y despiadado las 11:40 p.m. ya eran 5 horas y 10 minutos desolación y tristeza. Se acercan los médicos, se llevan el cuerpo inerte, lo manipulan, parece no importar lo que significó, esa vida de alegría, de amor y comprensión también muere con la carne, juegan con lo que queda y lo poco que le resta de su ser. Las lágrimas que se expulsan por mis ojos se detienen, mi cuerpo parece no tener la capacidad de producir ni una más, el puñal que hasta ahora atravesaba mi corazón ha destruido todo mi cuerpo. La lluvia sigue su rumbo, se convierte en mi mejor aliada, quiere destruir, yo quiero destruir, la conciencia del lugar no deja nada a la imaginación, las fotografías de tristeza encarnan la desolación, la muerte sigue  su  lucha con el recuerdo de mi amada, son los únicos que pelean por ella, yo ya no puedo hacer nada, mi desesperación se convirtió en cobardía dejando que mi mente no funcione, no trabaje, no piense, solo sufre. 

La noche baña de sonrisas el lugar burlándose la muerte de mi vida, yo por el contrario creyendo sin sentido que el viaje de mi amada tuviera algún destino, tratando de imaginarme  un lugar seguro que la espera, tan cándido que protege los recuerdos que la atrapan  y no dejan que empiece su camino a su verdadero destino aguardando con paciencia el momento en que decida iniciar su recorrido. Un lugar maravilloso, tan hermoso como rosas con espinas dolorosas y mi egoísmo tan soberbio que no tolera la desdicha del adiós sin soportar la angustia de la soledad comprobando a cada instante lo terrible de la muerte sintiendo la certeza inevitable del destino. Veo las flores llamativas que adornan el lugar, lo vistoso del color que lucha con el oscuro de la muerte, tan estúpido e inclemente las muestras de despido con una mezcla absurda entre flores y vestidos. 

Las lágrimas parecen demostrar el sentimiento del amor con caudales de llanto proporcionales al silencio  de aquellos que en realidad si la amaron. La presencia de su alma estremece mis sentidos, quedo inmóvil, mi cuerpo de repente siente un vacío diferente, la soledad se transforma en angustia y desespero a un estado de inconsciencia. Son las 2:30 a.m y su cuerpo ya presenta las secuelas del adiós, es su rostro el que dice que hasta nunca volverá y es la vida que comprueba su eterna decisión. Cada instante que transcurre aumenta mí desdicha, por la culpa de mi tardía decisión, y es mi culpa por pedirte que te casaras conmigo mucho tiempo después de enterarme que te amaba con pasión.


Abro los ojos en un instante, mi respiración juega sincronizadamente con la taquicardia que ataca mi corazón, quedo sentado en la cama, inmóvil, mi cara presenta signos de llanto y mi ser toneladas de preocupación, de repente siento el calor de mi eterna y amada Milla, con un suspiro de su amor;  ¡reacciono¡ y me burlo de mi trágica pesadilla, ¡es un sueño¡ o mejor la peor de mis pesadillas, mi temblor asegura que estoy vivo y que ella vive a mi lado, veo su vestido blanco reposando en el piso de la inmensa habitación de hotel que alquile para nuestra noche de bodas. Este es el inicio de la vida, de mi vida y de su vida como una sola, y la fuerza de un amor que nunca morirá ni la muerte ni la costumbre lo matara, estoy seguro que te amo con eterna decisión, pero sobre todo amo a mi vida que te la entrego solo para ti. 

En instantes mi miedo se traspasa de la piel hasta mis sentidos, ni siquiera deseo imaginar la cercanía de la muerte, pero no precisamente la muerte física, que es inevitable, es no dejar que llegue la muerte espiritual disfrazada de tristeza, cotidianidad, desengaños, temores y en fin del sin número de aciertos que la hacen ganar su partida, en resumen, me prometo, no dejar morir mi amor por ti, más allá de las palabras.

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